Pensar cual es el “momento adecuado” para hacer las cosas genera angustia, estresa y no te saca del bloqueo.
Cuando preparaba este contenido, estuve pensando en qué momento de mi vida la pregunta “¿cuál es el momento adecuado para hacer las cosas?” estuvo más presente. Y llegué con la memoria al verano en que todo se desmoronaba ante mis ojos: el verano en que tomé la decisión de separarme.
Cuántas veces
había postergado ese momento, pensando cuándo y cómo. ¿Cuál
podía ser el momento ideal, para mi y para mis hijos?
Ocupaba mi mente
dado vueltas para determinar el “momento adecuado”, sin darme
cuenta de que toda la energía invertida en ello obstaculizaba mi
cambio y mejora personal. Y, también, de forma inconsciente,
bloqueaba mi evolución profesional.
¿Te suenan las
palabras “seguridad” y “control”? Esa era yo. Esperaba el
momento de tenerlo todo asegurado y controlado, antes de moverme de
lugar.
Curioso ¿no?
Para moverse de un sitio querer control y seguridad totales.
La clave de esta
contradicción es PENSAR. No entendido como analizar información o
valorar pros y contras, si no en el sentido de rumiar, saltar de un
pensamiento a otro; en definitiva de darle vueltas a la cabeza como
el hámster en la rueda. Ese pensamiento circular y recurrente que
bloquea ante la toma de una decisión.
¿Te suena? ¿Te
identificas con ello?
Voy a compartir
contigo dos soluciones para cuando te veas esperando esos “momentos
ideales” que nunca llegan.
Primero,
informarte y trabajar con un/a profesional, guía o mentor/a que te
acompañe. En mi caso, ese fue el elemento diferencial con otros
momentos de mi vida que me permitió, ese verano, salir de la rueda
de la cavilación y dar el paso de separarme.
Este
acompañamiento profesional te servirá para reforzarte en el camino
que emprendas, para afrontar conjuntamente los miedos e inquietudes
que tengas y los que invariablemente van a surgir, y para crear un
plan con etapas concretas que te lleve a lo que realmente quieres
lograr. En definitiva, es un apoyo para trabajar la seguridad interna
y el coraje que te permita dar el paso que va a cambiar tu vida.
Segundo, tomar
como ejemplo a personas que han conseguido aquello que tú todavía
no te has decidida a hacer, y a las que les está yendo bien. Eso lo
vas a saber observando su realidad.
La mente, con la
mejor intención, nos quiere proteger de lo que identifica como
riesgos, y la posibilidad de un cambio importante se percibe como
tal. Si bien la vida ofrece posibilidades infinitas, para poder
controlar los riesgos la mente necesita reducir los posibles
escenarios. Así, busca contantemente casos de personas en
situaciones en las que se imagina que, supuestamente, no les fue todo
lo bien que les hubiese gustado. Esta reducción mental de la
realidad nos deja, finalmente, en una cárcel diminuta.
Por ello, mira a
tu alrededor y fíjate conscientemente en las personas que han tenido
éxito en un propósito parecido al tuyo. No para compararte, si no
para ampliar el abanico de escenarios que tiene tu mente. Eso te
abrirá a otras posibilidades.
Y ahora que
conoces las dos soluciones, cuéntame lo que opinas. ¿Te has
encontrado alguna vez buscando el “momento ideal” que nunca
llega?
Espero que estas
claves te ayuden:
-
A salir
del modo pensante y entrar a la acción con alguien que te guíe y
te apoye en esa decisión.
-
Y a
inspirarte con las personas que lo han conseguido.
Si las aplicas,
puedes escribirme y contarme como te está yendo. Y, también, si a
ti te ha funcionado otra clave, anímate a contárnosla en los
comentarios para así, entre todas, inspirarnos y ayudarnos.
Un abrazo con
cariño
Silvia