Cuando hablamos de la separación, podríamos pensar que el término se refiere simplemente al momento en que una pareja realiza los trámites legales para el divorcio (en caso de estar casada) y concreta su separación física, dejando de convivir bajo un mismo techo y reduciendo al mínimo, o suprimiendo, el contacto personal.
Sin embargo, esta no es más que la etapa más corta, si bien la más visible, de un proceso mucho más dilatado en el tiempo, y que reviste una gran complejidad. La separación no es un mero trámite más o menos doloroso: es una evolución en varias fases que se extienden antes y después de la ruptura misma. Cada una de esas etapas tiene su propia dinámica y sus características diferenciadas, y supone un impacto y unos retos distintos para la persona que las atraviesa.
Primera etapa. Pre-ruptura. Antes de una separación siempre hay un periodo en que la relación se va deteriorando progresivamente.
Segunda etapa. La separación. Este es el momento en que finalmente tiene lugar la separación propiamente dicha.
Tercera etapa. La reconstrucción Yo llamo a esta etapa la de “no saber dónde estás parada”. Pueden haber pasado años desde que se terminó la antigua relación.
En las próximas entradas, voy a detallar etapa por etapa el proceso de separación.